Inspiraciones del Advaita Vedanta

En honor a mis Maestros Shri Adi Shankaracharya y Ramana Maharshi
¿Con qué te identificas en esta vida? ¿Con tu cuerpo, con tu mente, con tus emociones, con tus ideas, con tu ego? Cuando te identificas con el cuerpo sufres con sus límites y limitaciones. Con la enfermedad, el hambre, el sueño, la sed, la juventud o la vulnerabilidad de la vejez, la incomodidad o el placer. Cuando te identificas con tu mente te identificas con los pensamientos sin fin que en ella habitan, con su intranquilidad, sus preocupaciones, sus inseguridades y miedos. Cuando te identificas con tus emociones vives una vida de completa inestabilidad, en la montaña rusa de los sentimientos que ahora son y en un segundo cambian al opuesto y dejan de ser. Cuando te identificas con tus ideas ves la vida solo de esa manera, construyes tu universo de acuerdo a lo que crees, a tus percepciones, pero que no necesariamente son la realidad. Cuando te identificas con tu ego, con el profundo sentido de individualidad, te ves separado de todo, ves a los demás como entes individuales y te relacionas con las cosas y personas sin ningún sentido de unidad.

Pero, cuando por las prácticas espirituales vas realizando que más allá de todo eso reside en lo profundo de ti un estado, un Aquello que es sublime y sutil, cuando contactas con esa realidad, entonces te identificas con algo que no es materia pero es la esencia de todo cuanto existe. No es energía pero es la suma de toda la energía del universo. No es una emoción o sentimiento, pero es la raíz de donde surgen los sentimientos más puros. No es un Yo limitado, es la disolución del Yo en una identidad sin límites ni limitaciones. Cuando poco a poco, paso a paso, vas realizando estas experiencias comprendes que todas las mentes son tu mente, que todos las Almas son tu Alma, que no hay multiplicidad, sino unidad. Y aunque vivas en este mundo aparentando que tienes un nombre, un rostro, una voz y una identidad individual, muy dentro de ti vives plenamente consciente del juego de la existencia y juegas tu papel en el gran teatro de la vida. Pero, vives en paz contigo mismo, porque en el fondo sabes muy bien cuál es la realidad que sostiene todo cuanto existe.